Humanidad en crisis: Gestión de Proyectos de Innovación.

Roberto Osorno

Roberto Osorno

Conferencista, investigador y experto en Innovación, Tecnología, Proyectos y Liderazgo.

Soy de la generación de niños que fueron inspirados por el genio astrónomo y astrofísico Carl Sagan, quien en 1983 me enseñaba a través de un televisor sobre su Viaje Personal por el Cosmos (yo tenía 13 años). Carl le habló a toda una generación de jóvenes sobre de la esperanza que la humanidad ponía en la ciencia y la tecnología. Y, como muchos científicos (incluida mi persona) era un optimista de nuestra especie, además, por cierto, mi ídolo. Desde su perspectiva, la innovación, la ciencia y la tecnología componían la nave que catapultaría a la humanidad a las estrellas, teniendo como plataforma de lanzamiento a un planeta tierra en paz y equilibrio. 

Hace unos días escribí las reflexiones finales de mi primer libro, que con un poco de suerte será publicado este año. Y en esas reflexiones he lanzado la tentadora pregunta ¿qué pasó con la promesa de la innovación? Como especie hemos alcanzado logros prodigiosos, desentrañado los misterios del bosón de Higgs y avanzando en la comprensión del Big Bang. A la par, nos vemos inundados de tecnología personal con el internet de las cosas, y estamos rodeados de consejos de estilo y vida en videos publicados en plataformas sociales. La inteligencia artificial irrumpió en el escenario de la innovación, impactando en la cotidianeidad, los empleos, el aprendizaje, y cuestionando fuertemente la naturaleza de lo que muchos de nosotros hacemos. Los avances tecnológicos de los últimos 25 años me dejan estupefacto, entusiasmado y a veces, debo confesarlo, un poco confuso. 

A pesar de los enormes pasos que hemos dado, pareciera que los problemas más apremiantes de la humanidad siguen, y crecen. La brecha competitiva entre empresas pequeñas (típicas en las economías emergentes) y los gigantes globales es ridículamente grande, tenemos más organizaciones empobrecidas, personas excluidas, olas de desinformación y un planeta que nos pide a gritos que hagamos algo. Me siento curioso acerca de lo que opinaría Sagan acerca de nuestra situación. 

Y ahora ¿quién podrá defendernos? 

Ya dije líneas arriba que soy un optimista, y es por ello que quiero compartir tres evidencias que me permiten visualizar un futuro diferente al gris panorama que se nos presenta hoy. 

La primera de ellas se encuentra en la cumplida promesa de la sociedad de conocimiento, y digo cumplida, pues desde hace más de 30 años venimos vaticinando una etapa en la que la generación, gestión y uso del conocimiento, estaría al alcance de muchas personas y organizaciones. En los últimos 10 años hemos visto como las comunicaciones, el almacenamiento, el procesamiento masivo de información y el desarrollo del aprendizaje automático, han puesto en manos de los usuarios herramientas tecnológicas que les permiten generar y acceder al conocimiento como nunca antes. Además, las herramientas de innovación están, por vez primera, al alcance de quienes las buscan: hemos visto la divulgación masiva de métodos, técnicas, herramientas y casos que permiten que personas y organizaciones puedan llevar a cabo esta esquiva práctica. 

En segundo lugar, nos encontramos con las redes globales y ecosistemas de emprendimiento, que impulsan el intercambio de recursos entre quienes participan, y que además promueven su crecimiento y sustentabilidad. Los ecosistemas y redes de colaboración crecen en el planeta, compartiendo conocimiento y recursos que han acelerado la comprensión de nuestro mundo. Este fenómeno ha preparado el terreno para la llegada de un nuevo paradigma de innovación, que empieza a crecer globalmente: la innovación abierta. En ella, diversos actores comparten recursos y riesgos para encontrar en colaboración, soluciones a problemas y necesidades en todo el mundo. 

En tercer lugar, la voz de la sociedad. Hasta hace poco tiempo la agenda global de la información y la opinión pública estaba establecida por algunas organizaciones con suficiente poder para influir en países enteros. Aunque algunas plataformas sociales pueden tener el mismo poder (o aún mayor), la información y el acceso a la opinión se distribuyen en redes globales reguladas por sus participantes. Hoy existen más foros internacionales que en toda nuestra historia, y ello le ha dado espacio, voz y opinión, a los actores que necesitan enterarnos acerca de las prioridades que nos aquejan como especie, más allá de nuestras oficinas o centros corporativos. 

Conocimiento, innovación abierta y la voz de la sociedad. Estos tres elementos requieren de un catalizador que apoye en la priorización acerca de lo que debe de hacerse, así como en la organización de los recursos, en la aplicación de herramientas, técnicas, métodos y habilidades para lograr que se entreguen resultados concretos. ¡Por supuesto que estoy hablando de la gestión de proyectos!, no estoy sugiriendo que esta disciplina que amamos y que practicamos, sea la llave que abra todas las puertas, sino que, en el entorno actual se nos presenta una oportunidad única en la historia: la de apoyar en la gestión de aquellos proyectos que más impacto tienen. Aunado a lo anterior, la gestión de proyectos de innovación abierta se nos presenta como un paradigma emergente a lo largo y ancho del globo, que requiere de profesionales que puedan aportar con su conocimiento, experiencia y comportamiento ético. 

Innovación abierta: un nuevo paradigma para gestionar 

La innovación abierta fue mencionada por vez primera por el académico Henry Chesbrough2. El profesor de Berkley propuso que las organizaciones que llevan a cabo proyectos de innovación podrían tener conexiones con otras más para compartir recursos y conocimiento. Y estas conexiones se dan de mucho mejor manera en los ecosistemas. 

Los proyectos de innovación abierta nos desafían pues, además de la necesidad de gestionar los recursos inherentes al mismo, nos enfrentamos también al reto de incorporar la gestión de recursos externos y de socios estratégicos para la organización que nos patrocina. La complejidad aumenta, los riesgos son mayores, pero los beneficios superan con creces a los de los modelos tradicionales de innovación. Este nuevo paradigma nos invita a enfatizar habilidades como el manejo de equipos multidisciplinarios, la identificación y resolución de conflictos, la comunicación efectiva y el manejo adecuado de los interesados (stakeholders).  

Considero que la innovación abierta es una herramienta poderosa en nuestras manos, pues nos permitirá catalizar el cambio a través de la colaboración global de actores. A partir de lo anterior, los Líderes de Proyecto tendrán a su alcance un cúmulo de recursos para abordar problemas cada vez más complejos y desafiantes. La incorporación de la tecnología, como la comunicación en tiempo real, el internet de las cosas y la inteligencia artificial, potenciarán el poder creador de los equipos de innovación. Gestionar la complejidad y la creatividad serán el nuevo nombre del juego en la innovación, y estaremos aquí para participar. 

Recapitulando: conocimiento, innovación abierta y la voz de la sociedad. La promesa de la innovación había sido esquiva hasta este momento. Hoy, los líderes de proyecto estamos en el lugar y en el momento oportunos para sumarnos a los millones de profesionales que hemos decidido abordar los problemas de las personas, las empresas, las organizaciones y la sociedad, para atenderlos con ciencia, tecnología, conocimiento y responsabilidad. La Gestión de Proyectos de Innovación Abierta no es el único camino, pero es uno muy esperanzador. 

No es tarde, pero el llamado es claro: nos queda poco tiempo.