
Recuerdo claramente las calientes noches en el patio de la casa de mis abuelos en Veracruz. Allí, bajo la luz tenue de las estrellas, la familia entera compartía historias maravillosas y picantes, rodeados de grillos y luciérnagas. De esos momentos aprendí que contar historias es uno de los regalos más valiosos que tenemos como especie: al narrar, imaginamos juntos, viajamos del pasado al futuro y moldeamos realidades nuevas. Carl Sagan, ese gran narrador científico que nos llevó a recorrer el universo en su serie Cosmos, alimentó aún más mi curiosidad juvenil al mostrarme que nuestra imaginación y curiosidad son las fuerzas más poderosas para progresar.
Ya entrado este siglo, Yuval Noah Harari me recordó algo importante: los humanos poseemos la capacidad única de crear narrativas colectivas que nos permiten cooperar e innovar en comunidad. Precisamente aquí radica la esencia de la innovación: nuestra curiosidad, imaginación y deseo de mejorar las cosas son motores naturales del cambio. Innovar no es una capacidad exclusiva de unos cuantos privilegiados, es parte intrínseca de lo que somos.
Sin embargo, observo con cierta frustración cómo la innovación, en lugar de ser una herramienta al alcance de todos, continúa siendo exclusiva para unos pocos con recursos suficientes. Grandes organizaciones avanzan velozmente con tecnologías que las hacen más competitivas, mientras que las pequeñas quedan rezagadas como meras espectadoras. ¿Por qué no innovamos para enfrentar problemas reales como la desigualdad, la injusticia social o el calentamiento global? Carl Sagan criticaba apasionadamente que destináramos grandes presupuestos a la guerra mientras descuidábamos la innovación orientada al bienestar humano. Coincido plenamente con él. Es momento de cambiar esta realidad.
Motivado por esta inquietud, decidí dedicarme a promover la innovación abierta: un modelo que desafía la lógica tradicional según la cual solo quienes tienen recursos abundantes pueden innovar. Esta perspectiva busca aprovechar el poder de lo colectivo, permitiendo a organizaciones con recursos limitados acceder a herramientas, conocimientos y conexiones que las hagan más competitivas. De esta manera, la innovación abierta se convierte en una forma democrática y colaborativa de abordar los grandes desafíos.
Este libro no nace solamente de mis investigaciones o experiencias personales, sino que reúne los aprendizajes obtenidos gracias a la colaboración con decenas de personas que han enriquecido profundamente mi visión. Aquí condensé lo mejor de esos intercambios, intentando plasmar ideas, conceptos y técnicas útiles para cualquier organización, sin importar su tamaño o recursos.
Ahora bien, innovar no siempre es sencillo. Ante lo nuevo es normal sentir temor, dudas e incertidumbre. La innovación, como aventura humana, implica aceptar el fracaso como parte natural del proceso. Mi padre solía decirme que, al caer, había que hacerlo con estilo: aprovechar el aprendizaje para levantarnos y seguir avanzando. Este consejo lo he aplicado como principio rector en mi vida profesional y personal, especialmente al innovar. La innovación es, en esencia, un viaje apasionante y divertido hacia lo desconocido.
A lo largo de la historia, la humanidad siempre ha innovado, desde la agricultura en el neolítico hasta la imprenta de Gutenberg, pasando por los grandes laboratorios de la Revolución Industrial. Durante mucho tiempo prevaleció la innovación cerrada, aquella realizada en secreto por grandes empresas, protegida por patentes y restringida al acceso de pocos. No obstante, en el siglo XXI emergió una perspectiva distinta: Henry Chesbrough propuso un nuevo paradigma llamado innovación abierta, el cual reconoce que las mejores ideas no siempre surgen dentro de la organización, sino que pueden venir del exterior mediante la colaboración activa con usuarios, universidades, startups y comunidades globales.
Hoy vivimos tiempos excepcionales. Gracias a la digitalización y la tecnología, muchas personas pueden participar en procesos abiertos de innovación. Este libro pretende guiar precisamente ese camino, ofreciendo una metodología simple, que llamo cariñosamente “de cero a diez”, y que acompaña al lector desde el inicio hasta la implementación exitosa de sus proyectos. A través de capítulos estructurados, con casos prácticos, ejercicios aplicados y ejemplos claros, busco que estudiantes, profesores, profesionales y emprendedores logren innovar desde sus contextos específicos. Finalmente, deseo que este libro sea un compañero útil para todas aquellas personas curiosas, inquietas e imaginativas que aún creen posible transformar nuestro entorno mediante la innovación abierta. Mi invitación es directa: exploremos juntos, colaboremos intensamente, imaginemos sin límites y, sobre todo, disfrutemos profundamente esta apasionante aventura de innovar en comunidad.
Recuerda: Innovar es un viaje y cada paso consciente te acerca más al cambio que quieres crear.
Da el siguiente paso con intención, explora la herramienta y conecta contigo mismo para poder transformar el mundo que te rodea.